Margaret Atwood: «La verdad con mayúsculas es imposible de alcanzar»
Oviedo, Pablo GALLEGO
«No me considero una visionaria, y las condiciones son demasiado inestables como para planificar el futuro». Toda su familia pensó que acabaría siendo bióloga, como su padre y su hermano. Pero la literatura pudo más, «aunque no sabía si podría vivir de ella». Por eso la canadiense Margaret Atwood (Ottawa, 1939) se hizo profesora universitaria, para ganarse la vida y al mismo tiempo tener «mucho tiempo libre» para escribir. Su primera novela nació en las páginas de cuadernillos de examen. Cerca de cumplir 69 años, esta tarde recogerá el premio «Príncipe de Asturias» de las Letras.
-Desde hoy pasa a engrosar una lista en la que figuran nombres como Doris Lessing, Arthur Miller o Susan Sontag.
-Es un gran honor. A partir de ahora la gente en Canadá será más consciente de lo que significa este galardón. Y espero que sirva tanto para que la literatura canadiense se conozca mejor en España como para que los autores españoles sean más conocidos en Canadá.
-¿Qué le ocurrió en Argentina? -
¿Y cómo sabe eso? Fue muy curioso, porque fui allí a ver pájaros con Birdlife International y todo el mundo no hacía más que felicitarme por el premio, que allí respetan y conocen mucho.
-¿Qué pasa en Canadá, con tres elecciones generales en los últimos cuatro años?
-Canadá es un país muy interesante, sobre todo si se fija en cómo se vota. Por un lado, no querían un Gobierno de mayoría absoluta; por otro, tampoco creían que la oposición fuese lo suficientemente fuerte como para gobernar. Un 64 por ciento de los canadienses no votó a favor de un gobierno conservador, pero debido al sistema parlamentario canadiense finalmente ocupan más escaños de los que se podría haber supuesto. Así que los cinco partidos de la oposición tendrán que unirse más si quieren estar preparados para gobernar.
-¿Peligran los derechos civiles?
-Los derechos civiles siempre están en peligro. La pregunta quizá debería ser hasta qué punto. Siempre habrá personas que quieran controlar el comportamiento de las otras, y eso siempre tiene dos caras. La positiva es el control de aquellos que atracan, roban, violan o asesinan; la negativa es cuando quien atraca, roba, viola o asesina es el Estado (se ríe). Ahí es cuando las cosas están absolutamente fuera de control.
-Obama o McCain.
-Bueno, las encuentras dan a Obama como claro vencedor. ¿Pasará algo desde este momento hasta el día de la votación? Quizá no. Aunque Obama está pasando momentos difíciles. Su abuela está muy enferma y va a perder tres días de campaña sólo por ir a visitarla. ¿Pasará algo en esos tres días? No lo sabemos tampoco. Porque se le va a criticar tanto si deja a un lado las elecciones para ir a visitarla como si no. La imagen de los Estados Unidos está muy dañada, y este candidato parece capacitado para repararla. Además me parece que Europa está claramente a su favor, ¿no es así?
-¿De qué forma se compromete en la lucha a favor de la naturaleza y contra el cambio climático?
-Soy presidenta honoraria de Birdlife International, y las aves son un buen indicador del estado del planeta. Si las aves están bien, el planeta también. Sobre todo en aspectos relacionados con la temperatura, la calidad del aire y los mares. Así que todo está conectado, y quizá al final, en un futuro, todo se resuelva solo. Debemos pensar en buscar energías renovables, y muy rápido, para desarrollar nuevas formas de transporte a partir de nuevas fuentes de energía. Y mientras tanto, trabajar a favor de la naturaleza, para preservar las diferentes especies y hábitats.
-¿Es la familia el principio de todas las historias que se pueden contar?
-Sí. Siempre es el inicio. Aunque muchas veces no lo parezca. Como en las historias de detectives, que lo primero que tienen es un cadáver del que no sabemos ni su infancia ni nada sobre sus padres o si su nombre es Michael o John. Pasa lo mismo con Sherlock Holmes, del que no sabemos nada de cómo era antes, sólo que tenía un hermano, aunque muy poca gente lo sabe (susurra). Posiblemente el detective fuese un chiquillo travieso (ríe de nuevo).
-Por el contenido de sus novelas la verdad parece imposible de alcanzar.
-¿La verdad con V mayúscula?
-Eso mismo.
-La mayúscula es imposible. Pero hay muchas verdades con minúsculas. No es imposible saber quién asesinó a John, pero quizá no sepas el porqué. Es muy difícil saberlo todo. Sí puedes saber que una y una suman dos, pero son verdades distintas.
-¿Qué recuerda de su estancia en Madrid?
-Viví un tiempo allí en 2000, después de escribir «El asesino ciego». Había estado antes haciendo promoción, pero ese año viví allí una temporada, en la plaza de la Paja, me cuesta decirlo. Había muy cerca un mercado al que iba todas las mañanas, y desayunaba chocolate caliente con churros.
-La crisis parece que ha llegado hasta su último libro, que aún no ha sido publicado en castellano.
-Se publicó justo a tiempo para este colapso financiero. En realidad no está centrado sólo en la crisis, no es ése su objetivo principal, sino en quién debe qué a quién en interacciones de todo tipo. El dinero no es la única forma de pagar una deuda, porque también puede pagarse con un «gracias». O si yo te digo «buenos días», tú me debes un «buenos días» a mí. Y si no me pagas, sentiré que me desprecias. Aunque el mayor problema, la mayor crisis a la que debe enfrentarse esta sociedad son sus deudas con el planeta.
-¿Cuál es su mensaje para la audiencia global que sigue estos premios?
-No tengo ningún mensaje individual, porque si fuese así lo pondría en una valla publicitaria. Ahora mismo se me ocurre éste: «Piensa con cuidado qué vas a hacer ahora. Piensalo muy rápido. Porque el tiempo del planeta se agota». Y voy a darle uno más: «Porque se puede hacer si se tiene la suficiente voluntad».