Una victoria desde la humildad
Desde hace más de 100 años el fútbol forma parte de lo cotidiano de nuestra vida y va inexorablemente ligado a las esperanzas e ilusiones de millones de españoles. Hablamos de él con tanta frecuencia e intensidad que ya es como uno más de la familia. De fútbol se habla antes y después de los partidos que se disputan; antes y después de que se inicien y concluyan sus campeonatos, y no hay lugar en el que no esté presente. El fútbol no deja indiferente a nadie ni es artículo de menor cuantía.
Somos, por tanto, beneficiarios de un estatus, de unos privilegios y de unas responsabilidades que no pueden ignorarse. Abanderamos y articulamos un fenómeno universal de cuya trascendencia no cabe duda y que nos anima a tratar de ser mejores cada día. Desde 1920 hasta hoy, la selección española ha aglutinado los sentimientos de generaciones de aficionados que acompañaron al equipo nacional en sus alegrías y en sus penas, en sus triunfos y en sus derrotas, sin volver la cara, sabiendo que lo que defendían unos cuantos era lo que perseguían multitudes.
La selección, que hoy recibe el premio «Príncipe de Asturias» es depositaria de unos valores que van más allá de los éxitos puntuales y de su materialidad, y es, también, legítima heredera de una tradición que nos honra. Esos valores tienen carácter imperecedero y perfil determinante. Son el esfuerzo, el sacrificio, el talento, la disciplina, la solidaridad y la modestia. Los jugadores que han obtenido el Mundial han sido leales a dichos principios y a los de la deportividad y el honor. Defendiéndolos alcanzaron la victoria. De otro modo no habría sido posible.
El éxito de España en Sudáfrica ha sido el premio a todo ello, pero, también, el resultado del convencimiento de los jugadores en que lo que hacían era lo mejor y a la fe en su propuesta futbolística. Nunca nos faltaron ni lo uno ni lo otro. Éramos conscientes de que únicamente así podríamos ser capaces de sobrellevar las adversidades y dificultades que surgieran para lograr lo que nos habíamos propuesto.
La selección se siente profundamente satisfecha de haber alcanzado el éxito conseguido y muy orgullosa de haber podido responder a la confianza que millones de españoles depositaron en ella. El grupo al que represento reúne todas las virtudes que un entrenador ha deseado siempre. La inolvidable victoria que nos brindaron en Sudáfrica queda para la historia y en sus intramuros la humildad de un grupo de futbolistas que han hecho de la modestia un arma tan poderosa como su mismo y arrebatador juego.
Por último, quisiera destacar el apoyo recibido en Sudáfrica, en primer lugar, por Su Majestad la Reina y Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias. Para ellos es nuestro agradecimiento por su apoyo y su fe.
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