«No estamos ni siquiera a medio camino para lograr la curación del alzhéimer»
«Este premio me trae profundos recuerdos de mi padre, Ramón Álvarez-Buylla, y de mi abuelo Wenceslao Roces»
Arturo Álvarez-Buylla Roces (México DF, 1958) inicia la conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA con una premisa: que sus palabras sean recogidas con rigor. «No se debe decir nada que vaya más allá de la realidad científica ni hacer promesas médicas sin base real, porque en este campo las exageraciones producen efectos negativos». Neurobiólogo, es profesor de la Universidad de California en San Francisco (EE UU). Su campo de investigación incide de lleno en las temidas enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer y el párkinson.
-¿Satisfecho por el premio?
-Ha sido una gran sorpresa. Sé que hay mucha otra gente que se lo merece. De algún modo, los premios siempre tienden a establecer diferencias artificiales, que no existen. Desde que recibí la noticia, no hago más que pensar en mis maestros, mis colaboradores y, sobre todo, en mis estudiantes, que han hecho posible el espacio de colaboración y descubrimientos.
-El premio llega de la tierra donde hunde sus raíces.
-Sí, y me trae profundos recuerdos de mi padre, Ramón Álvarez-Buylla, y de mi abuelo Wenceslao Roces, ambos asturianos, que crearon en mí esta pasión por la ciencia y la cultura. Me ilusiona mucho ir a Asturias el próximo otoño para recibir el premio.
-¿Conoce a Joseph Altman y a Giacomo Rizzolatti?
-Sí, y es un grandísimo honor compartir este premio con colegas tan ilustres, que admiro y respeto.
-¿Se siente especialmente pequeño un investigador cuando intenta esclarecer los secretos del cerebro?
-La biología es muy compleja. Vamos dando pequeños pasos. En realidad, apenas estamos empezando a desenredar los secretos de ese maravilloso órgano que es el cerebro, de cómo se forman las nuevas células nerviosas en el cerebro adulto. Ahí está el reto. Queda mucho camino por recorrer.
-¿Cuál ha sido su última contribución de relieve?
-Lo más reciente es un trabajo que he publicado con colaboradores de la Universidad de California en San Francisco, que, por cierto, es un lugar extraordinario para trabajar, con un gran ambiente de colaboración. Hemos demostrado la posibilidad de crear un nuevo período de «plasticidad» en los circuitos neuronales de la corteza visual en ratones jóvenes. Esta conclusión se basa en el trasplante de un tipo específico de neuronas embrionarias en la corteza visual de los ratones. Durante el desarrollo de las personas existen períodos en los que uno es capaz de aprender con mucha más facilidad, por ejemplo un idioma. A eso se le llama plasticidad, y se plasma en una gran flexibilidad del sistema nervioso. Lo que hemos hecho es reintroducir plasticidad en el sistema nervioso fuera de lo que se consideraba su período natural. Se observa que es posible la creación de nuevos períodos de plasticidad.
-Pregunta obligada. ¿Para cuándo la curación del alzhéimer?
-Hablar de alzhéimer es hablar de una combinación de enfermedades y el primer paso es entender a fondo qué está pasando cuando se presenta la enfermedad. No estamos ni siquiera a medio camino, porque nos queda una cantidad inmensa de cosas por entender en el proceso de neurodegeneración en los seres humanos.
-En su trabajo las células madre se han convertido en una herramienta básica.
-Sí, pero nos encontramos con el problema de que las células madre que están en nuestro cerebro adulto tienen una tarea específica. Usarlas para curar el sistema nervioso no va a ser fácil; es necesario «obligarlas» a hacer algo que no es su función.