«Lo más importante para dirigir a los gaiteros es transmitir seguridad»
«El primer año que actuamos en los premios, los de seguridad querían abrirnos los instrumentos»
Junto con Vicente Prado, «El Praviano», dirige la Banda de Gaitas «Ciudad de Oviedo». José Manuel Fernández, «Guti», lleva en la agrupación prácticamente desde su fundación. Este gaitero de renombre se ha ganado la confianza de la organización de los premios «Príncipe de Asturias», donde la banda lleva tocando doce años.
-¿Qué supone para la banda actuar en un acontecimiento así?
-Para nosotros es un orgullo participar en los premios «Príncipe de Asturias» porque no solamente sale la Banda de Gaitas «Ciudad de Oviedo» sino que representamos a toda la música tradicional asturiana en un acto tan importante.
-¿Cómo empezó la implicación de la banda en los actos?
-Fue hace doce años. La Fundación Príncipe de Asturias tuvo a bien poner la música tradicional dentro de la ceremonia de los premios «Príncipe de Asturias». Se puso en contacto con el Ayuntamiento de Oviedo, que dio el visto bueno y desde entonces nuestra banda de gaitas participa en la entrega.
-¿Sufren muchos nervios los integrantes de la banda antes y durante la actuación?
-Sufrimos los nervios justos. Los justos para estar atentos y que todo salga bien. Y los nervios suficientes como para no quedar estancados y que no salga nada. Es decir, los nervios normales de una actuación; lo que pasa que con un poco más de responsabilidad ya que se retransmite a todo el mundo. Intentamos todavía estar un poco más atentos y los nervios a veces ayudan y a veces perjudican. Pero procuramos estar con la tensión justa.
-Usted, como director, sentirá un plus de responsabilidad.
-Siento un plus de responsabilidad porque quiero que todo salga bien y nosotros somos parte de una ceremonia enorme. Por ello, estoy muy pendiente de casi todo, incluso de lo que no es responsabilidad mía. Ya conozco un poco el mecanismo de los premios y entonces estoy atento, por ejemplo, por si llega alguien entrando por donde no tiene que entrar, avisar. En definitiva, quiero que todo, lo nuestro y lo demás, esté bien.
-¿Durante cuánto tiempo preparan esta actuación?
-Un mes antes. Lo que pasa es que los días de la semana antes son fuertes porque tenemos que estar a las ocho de la mañana en el Campoamor para hacer las previas de la televisión. La gente cree que tan sólo llegamos al teatro a las seis de la tarde y tocamos. Pero todo esto lleva un trabajo bastante arduo.
-Durante tantos años habrán vivido alguna anécdota curiosa.
-Una muy buena ocurrió en los primeros años. Los de seguridad querían abrirnos los tambores y las gaitas para ver qué introducíamos en el Campoamor, hasta que llegó alguien con dos dedos de frente y dijo: «Esto no se puede abrir». A partir de ahí nos colamos como Pedro por su casa en el teatro. Es decir, somos amigos de los de seguridad, nos conocen y los conocemos. Entramos y salimos con mucha más familiaridad que el primer año, en el que estábamos todos un poco bloqueados.
-¿Qué es lo más importante a la hora de coordinar una banda de gaitas?
-Lo más importante es la seguridad. Hay que transmitir seguridad y que la gente que está mirando para ti tenga claro lo que tiene que hacer. Si tú dudas, ellos van a dudar; y si dudamos todos, al final se va todo al garete.
-¿Se nota mucho si un solo gaitero se descoordina con respecto al resto?
-La gente no lo aprecia. Entre noventa personas, si uno se desfasa un poco la mayoría de la gente no lo nota. Aunque si hay alguien habituado a escuchar gaitas o algún músico cerca, nota que algo pasa. Pero somos la «Ciudad de Oviedo» y no nos perdemos con facilidad.
-Los que llegan de fuera no conocen la gaita asturiana ¿Se sorprenden al verlos?
-Sí, hay mucha gente que se sorprende y que se quiere sacar fotos con nosotros. Muchos de ellos piensan que aquí tenemos flamenco. Entonces, cuando ven música de gaita y música de estilo celta se sorprenden, y gratamente, gracias a Dios.