Muti contrasta la armonía de la música con un mundo inmerso en luchas y odios
El director de orquesta, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2011, asegura recibir el galardón como "persona con una parte de sangre española"
El director de orquesta Riccardo Muti, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2011, ha advertido hoy de que, aunque la música es armonía y la cosa más bonita del mundo, éste vive inmerso en la desarmonía, las luchas, las guerras y el odio.
"Siempre decimos que la música es la cosa más bonita del mundo y une; que la armonía y la belleza son básicas en el mundo y para que éste siga adelante, pero vivimos en la desarmonía, en la lucha, la guerra y el odio, y esto quiere decir que todavía no hemos alcanzado la belleza para que el bien derrote al mal", ha afirmado.
Durante la ceremonia de entrega de los galardones, el músico italiano ha incidido en que la música "es encuentro" y que su tarea como músico no sólo es demostrar que puede dirigir una orquesta, sino que puede transmitir "belleza y fraternidad".
Muti, que ha sido galardonado "por su trayectoria de dimensión universal vinculada con los mejores teatros del mundo", así como "por su vocación investigadora y su formación humanística", ha recordado también los nexos que unen España y su Nápoles natal.
Así, en un discurso improvisado, este prestigioso director y compositor ha recordado que en Nápoles aún la gente dice Toledo al referirse a Roma, que los barrios más representativos de la ciudad son los "españoles" o que el teatro "más hermoso de todo el mundo", el Real Teatro San Carlos, fue construido por voluntad de un Borbon, el rey Carlos III.
"Esto significa que la relación entre Nápoles y españa ha sido muy importante, muy fuerte, significativa", ha subrayado Muti, que ha incidido también en que recibe este "prestigioso premio" como "persona profundamente mediterránea con una parte de sangre española".
Por último, ha dicho que aún estar sorprendido por haber sido uno de los elegidos entre los galardonados para hablar en el teatro Campoamor porque los directores de orquesta "nunca" deberían hablar.