Los retenes de la central nuclear de Fukushima, favoritos para la Concordia
El jurado del premio «Príncipe de Asturias» dará a conocer hoy el galardón que cierra el calendario de este año
La candidatura de los trabajadores de la central nuclear japonesa de Fukushima que se quedaron en las instalaciones tras el desastre del tsunami con alto riesgo de sus vidas se perfila como la de mayores posibilidades para alzarse hoy con el premio «Príncipe de Asturias» de la Concordia, con el que se cierra este año el calendario de galardones.
Lo de ayer en Oviedo no parecía una reunión de un jurado, sino una cumbre económica del más alto nivel. Treinta y cinco nombres propios entre miembros del patronato, políticos, financieros y representantes de la alta empresa reunidos en torno a un galardón cuyo ganador se hará público hoy al mediodía.
La mesa, un cuadrado al más puro estilo de protocolo político, estuvo presidida por el presidente del Ejecutivo asturiano, Francisco Álvarez-Cascos. A su derecha, el presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, Matías Rodríguez Inciarte; a su izquierda, el delegado del Gobierno en la región, Antonio Trevín, quien tenía al lado a la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón. En el lado opuesto, el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo. Diversidad política, como se ve.
Entre tanto ejecutivo bancario y empresarial, la estrella fue Alicia Koplowitz, presidenta de Omega Capital, que entró en el salón Covadonga a los sones del reloj de la Escandalera: seis de la tarde en punto. Blusa y pantalón color gris plata y sonrisa para acompañar un «no tengo nada que decir».
Se retrasó el presidente de Bankia, el asturiano Rodrigo Rato. Había avisado de que llegaría minutos después de iniciada la reunión, perfecta coartada para dar esquinazo a los periodistas: «Nada de preguntas políticas», cuando se le pidió su opinión sobre los planes de impuestos extra a los más ricos. «Es importante que los esfuerzos fiscales estén relacionados con la capacidad de cada uno», añadió, sin embargo, ante la insistencia de los medios.
La cuestión, a primera vista, era JMJ, sí, o JMJ, no. Las Jornadas Mundiales de la Juventud presididas días atrás en Madrid por el Papa Benedicto XVI son una candidatura que en los corrillos previos a la reunión no dejaba a nadie indiferente. O se apoyaba sin fisuras o se calificaba de locura. Muchos presagiaban una reunión movida. Un total de 44 candidaturas de veinte países se disputan un galardón que cumple su 26.ª edición. Una de ellas fue toda una sorpresa, la que tiene como protagonista al tunecino Mohamed Bouazizi, el joven frutero de 26 años que se quemó a lo bonzo en la ciudad de Sidi Bouzid como protesta por la falta de trabajo, y cuya muerte el 5 de enero pasado prendió la ola de protestas populares que ya acabaron con los regímenes de Túnez, Egipto y Libia, entre otros países de la zona.
Ya lo anunció la alcaldesa de Gijón al inicio de la «cumbre»: «Hay candidaturas muy interesantes, les van a encantar». Por de pronto, los japoneses se han situado en la primera línea de salida.