Adzuba pide justicia y paz para el Congo, donde 500.000 mujeres son víctimas de violencia sexual
La periodista describe en Avilés las barbaries que padece la población femenina de su país y denuncia los beneficios de una guerra "sufragada por las multinacionales"
Caddy Adzuba pide, además de paz para su país, el Congo, justicia para reparar los daños causados por el conflicto armado en el que 500.000 mujeres ya han sido víctimas de violencia sexual. La periodista premio Príncipe de Asturias de la Concordia habló ayer en el teatro Palacio Valdés de Avilés de la dramática situación que padecen miles de mujeres -brutalmente violadas, maltratadas y humilladas por los rebeldes, además de abandonadas por sus familias y utilizadas en la guerra como esclavas sexuales- y de quienes se benefician del combate: "Es un conflicto económico y no armado sufragado por las empresas multinacionales que financian a los rebeldes para así conseguir los minerales que abundan en el país".
Esta mujer, comprometida con la defensa de los derechos humanos y los valores de paz e igualdad, respondió con calma a pesar de la crueldad de su mensaje, a las preguntas de la periodista Angels Barceló ante un auditorio volcado en la conversación y consternado tras la proyección del documental titulado "Pourquoi?", de Ouka Leele. En la emisión que precedió al encuentro, Caddy Adzuba ofreció un perfil de su país, "uno de los más ricos de África al poseer oro, diamantes, petróleo y el preciado coltán que se utiliza para la fabricación de teléfonos móviles". Pero tras esta cara amable describió otra despiadada e inhumana y que tiene rostro de mujer. "En guerra, en el Congo utilizan a la mujer para violarla con todo tipo de objetos cortantes, productos tóxicos, telas infectadas, piedras... Así sufre su sexo y su cuerpo. Y después la humillan y la dejan tirada", señaló. Para dejar constancia de las atrocidades que se producen relató la dramática historia de una madre de familia. "Un buen día, a la hora de la cena, siete hombres entraron en la casa y la violaron uno tras otro, le introdujeron el arma dentro del sexo, la obligaron a desnudarse ante los hijos, forzaron a uno de los pequeños a violarla, al marido lo trocearon y al final se la llevaron al bosque como esclava sexual. Tras semanas, pidió ver a sus hijos y le mostraron un saco con cráneos de los niños y le explicaron que los cuerpos habían servido para alimentarla".
"Las mujeres del Congo tienen derecho a vivir. ¿Hasta cuando van a sufrir?", se preguntó Adzuba, que confesó haber decidido difundir al mundo las barbaries que se suceden en su país "porque estamos hartas". "La violación es una estrategia de guerra. Una víctima sexual se paraliza y enferma. Cuando la guerra comenzó sus gestores se dieron cuenta que para conseguir lo que buscaban había que parar a las mujeres, que eran las que mantenían la economía", indicó.
Acto seguido contó los primeros pasos del movimiento al que pertenece (y que nació en el año 2000) y cómo entonces desconocían las brutalidades que se cometían contra las mujeres. "Enterrábamos a veinte mujeres y no sabíamos qué pasaba. Habían sido violadas y nadie las curaba", apuntó. Así empezaron a denunciar la situación. "El gobierno lo sabe y se calla. Íbamos a los medios de comunicación donde todo eran hombres y nos decían que no se podía hablar de violencia sexual de mujeres", declaró. Para franquear ese muro, creó con otro grupo de colegas la asociación de mujeres de medios de comunicación del este de Congo. "Poco a poco nos acercamos a las mujeres que sufrieron violaciones para que nos dieran sus testimonios. A partir de ahí la sociedad comenzó a movilizarse. Como era difícil hablar de este tema en la radio compramos minutos con nuestros salarios. Surtió efecto, se organizaron asociaciones para ayudar, cuidar y reparar los traumas físicos y psíquicos de estas mujeres, un proceso que dura más de diez años", explicó.
Su trabajo y el del colectivo al que pertenece es localizar a las víctimas de las violaciones "para conocer sus historias, darles un hogar, cuidarlas médicamente y salvarlas". También asiste a las niñas usadas como esclavas sexuales desde edades muy tempranas y a los niños de la guerra "que sólo saben matar y violar".
Entre los objetivos por los que Caddy Adzuba emprendió una lucha que todavía continúa es conseguir una ley que castigue la violencia sexual de las mujeres en guerra. Su asociación también pidió a Estados Unidos una norma que prohibiera el uso de coltán congoleño.
La particular guerra de Caddy Adzuba "no es fácil" confiesa, "pero cuando ves a las mujeres consigues la fuerza necesaria. Ellas no piden gran cosa, sólo alguien con quien hablar", señaló esta mujer que pide justicia y paz para su país. "Los que planifican la guerra sacan beneficios y no son castigados; queremos justicia y reivindicamos la reparación de los daños. Y como es difícil juzgar a las multinacionales, que el dinero ganado vuelva al Congo para reparar los destrozos", concluyó la premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
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