Un altavoz de igualdad
La situación en las zonas de conflicto bélico y catástrofes centró gran parte de la mesa redonda celebrada ayer en Mieres sobre «La voz de la mujer en las crisis silenciosas»
«Es crucial identificar las necesidades de las mujeres, y para eso hay que buscarlas y escuchar esas voces silenciosas». Palabras éstas las de la asesora del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en materia de mujeres y guerra, María Teresa Garrido, quien participó ayer en Mieres en la mesa redonda «La voz de la mujer en las crisis silenciosas». El acto fue organizado por la Fundación Príncipe de Asturias en colaboración con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, galardonado con el premio «Príncipe de Asturias» de Cooperación Internacional. Además de Garrido, también se encontraban ayer presentes Mette Lassen Buchholz, de la sección de valores humanitarios y diplomacia de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja; Amal Emma, médica voluntaria de la Media Luna Roja de Egipto; Manuela Cabero, vicepresidenta de Cruz Roja Española; Fatana Ishaq Gailani, premio «Príncipe de Asturias» de Cooperación Internacional en 1998, y la periodista Rosa María Calaf, que moderó el coloquio.
Garrido ilustró su discurso con ejemplos concretos de la actividad registrada en Irak, Nepal, Yemen, Paraguay y Senegal, azotados por la guerra y el conflicto. La asesora destacó que en estos casos «las mujeres son vulnerables, porque no han sido preparadas para generar ingresos para sus familias, y saber eso es básico a la hora de buscar respuesta humanitaria». Por ello, resaltó Garrido, el Comité Internacional de Cruz Roja «programa servicios de acompañamiento a viudas, en el caso de Irak, porque tienen derecho a pensiones de viudedad pero no saben cómo acceder a estas pagas». También aludió la asesora a otros programas enfocados a que las mujeres puedan generar ingresos, llevados a cabo en Yemen, Paraguay y Senegal. En esta última localización, tal como destacó Garrido, «hemos llevado a cabo huertos para que trabajen y mejoren sus ingresos mensuales».
Por su parte, Mette Lassen Buchholz hizo hincapié en los desastres y catástrofes mundiales, donde «muchas mujeres y jóvenes son excluidos de la evaluación de las necesidades, y cuando ocurre la catástrofe se quedan atrapados en sus casas porque no reciben las llamadas de alerta». Para combatir estos hechos, Mette Lassen Buchholz se refirió a «ejemplos de buenas prácticas, introduciendo a las mujeres en los equipos de respuesta», casos que se dieron durante los últimos desastres ocurridos en Haití y Malawi, tal como explicó.
Los ejemplos del voluntariado vinieron de la mano de Amal Emma y Manuela Cabero. La primera explicó su experiencia en la revolución egipcia, destacando que el levantamiento «ha cambiado la mentalidad sobre los derechos de las mujeres; aunque la revolución no se ha acabado, los cambios están empezando, pero aún queda un largo recorrido». Emma defendió que las mujeres «representamos a la mitad de la sociedad, y se suele decir que somos la escuela para las futuras generaciones». Por su parte, Cabero se refirió a las experiencias vividas como voluntaria en conflictos bélicos, como los ocurridos en Bosnia, Kosovo o Irak. Señalaba la vicepresidenta de Cruz Roja que «en Bosnia se utilizaba la violación como arma de guerra, así como la ayuda humanitaria».
Por último, también destacada fue la intervención de Fatana Ishaq Gailani, quien centró su exposición en la situación que viven las mujeres en Afganistán, además de relatar los muchos problemas que todavía existen. Esta mujer aseguró que lo que aparece en los medios de comunicación «no es la situación real, parece que hay democracia, pero hay muchas mafias y, sobre todo, pobreza».
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