Banville: "No creo que hayamos cambiado demasiado desde que vivíamos en cuevas"
El premio de las Letras habló de literatura y del ser humano en un intenso encuentro con estudiantes
A John Banville le preguntan por Benjamin Black, su álter ego literario. "Enhorabuena, mister Black", le dijo alguien ayer en la biblioteca del campus de Humanidades, en el Milán. Banville, premio "Príncipe de Asturias" de las Letras lo lleva bien, ironiza con esa doble personalidad, pero corre el riesgo de caer en cierta esquizofrenia.
La mañana de John Banville estuvo rodeada de jóvenes. "Me apasionan los jóvenes, estoy fascinado por el color de su piel. Cuando mi hijo tenía 3 años le decía a su madre: "yo soy nuevo y tú eres vieja". Y es cierto. Envidio la juventud, pero lo hago sin resentimiento".
Fue una de las frases de ese encuentro con alumnos y profesores universitarios en el que Banville, un apasionante conversador, dijo cosas como éstas:
"Todos somos seres múltiples que nos reinventamos a cada momento. Qué aburrido sería todo si el ser humano fuera unitario. Los matrimonios durarían un día y medio en vez de diez años que es la media de duración actual".
"Los seres humanos tenemos una capacidad maravillosa de saber y no querer saber a la vez. Cuando vemos todas las atrocidades que acontecieron en el siglo XX, la pregunta es: ¿cómo pudo suceder todo eso? Pero sucedió".
"Pensamos que evolucionamos, pero no creo que hayamos evolucionado demasiado desde que vivíamos en cuevas. Nuestras reacciones siguen siendo muy primitivas, el miedo y el deseo. En realidad seguimos siendo seres muy primitivos".
"Yo soy un topo viejo que garabatea cosas en una habitación. Sé muy poco de la vida real, de política no sé más que el señor que me lleva el correo a casa o el que me arregla la tubería".
"Cuando un niño está aprendiendo a leer y no sabe el significado de una palabra, se la salta. Yo creo que ocurre lo mismo con los traductores".
"Fui a un colegio donde había abuso a menores. Mis padres y otros lo sabían, pero eran tiempos distintos. La generación de mis padres hizo lo que pudo, como nos ocurre a nosotros, así que tenemos que tener capacidad de perdón. Hace años Dublín estaba lleno de curas y monjas, ahora ya no se ven por las calles porque ya no van como curas y monjas. La mayoría son personas decentes, injustamente ennegrecidas por lo que hicieron unos pocos".
"Los 60 años son una buena edad para comenzar una nueva aventura". "Cuando una frase se lleva al máximo, es mejor no seguir adelante porque la acabamos rompiendo".
"Estoy obsesionado con el pasado y supongo que eso tiene que ver con la edad. No recordamos, sino que imaginamos e inventamos un pasado para nosotros".
"De joven era ambicioso y un poco pretencioso. Quería ser un gran maestro, un Hermann Broch o un Thomas Mann. Estaba aprendiendo a ser escritor, es decir, a reflejar el mundo en palabras. Para escribir "Copérnico" hasta compré libros para saber cómo se vestían por aquella época. Y cuando acabé, me dije: ¡nunca más, qué horror!"
"El mundo de hoy es muy aburrido para escribir sobre él. Todavía nos resultan fascinantes los nuevos móviles e internet, pero todo esto será como la electricidad dentro de 50 años".
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