El Maratón de Nueva York: el deporte en masa
No es el más antiguo -Boston le precede en 73 años-, ni el que depara mejores marcas -su récord ocupa el puesto 29 en el ránking histórico-, pero el maratón de Nueva York, premio Príncipe de Asturias de Deportes 2014, esgrime el peso aplastante de sus 50.000 corredores para erigirse en la carrera más popular del universo.
A lo largo de sus 44 años de historia, el maratón neoyorquino se ha convertido en la prueba más apetecida por el corredor popular, de tal forma que la obtención de un dorsal, al cabo de un complejo sistema de sorteos y marcas mínimas, constituye un premio en sí mismo para cualquiera.
Las solicitudes para participar en la carrera que recorre los cinco suburbios de la Gran Manzana llegan al 'New York Road Runners' (NYRR), el club organizador, de todos los rincones del planeta y el certificado acreditativo de haber terminado la prueba se guarda como oro en paño en las vitrinas del hogar.
El año pasado fueron 50.304 los afortunados que regresaron a casa con la satisfacción de haber formado parte del maratón más popular del mundo, uno de los cinco "Grandes", junto con Boston, Chicago, Londres y Berlín.
Desde que en 1970 el presidente del NYRR, Fred Lebow -un rumano nacido Fischel Lebowitz que murió hace diez años- puso en marcha una carrera con 127 corredores que daban vueltas al Central Park ante un centenar de curiosos, el maratón de Nueva York ha experimentado una verdadera revolución.
Sólo 55 terminaron aquella primera carrera, que ganó el estadounidense Gary Muhrcke con un tiempo de 2h31:38. Al cabo de 44 años esa cifra se ha multiplicado por mil.
En 1976, para celebrar el bicentenario de la ciudad, la carrera se desbordó por sus cinco barrios y dos años después obtuvo gran relieve mediático cuando la noruega Grete Waitz, que todavía tiene el récord de nueve victorias, batió el récord mundial con 2h32:30.
El Maratón de Nueva York constituye la más atinada muestra de la imparable rebelión pacífica de las masas, que a partir de la década de los años 60 del pasado siglo han ido ganando presencia en el deporte, hasta entonces reservado a las elites, para adueñarse de las calles hasta constituirse, incluso, en amenaza para el atletismo clásico, que discurre en los estadios.
Las más grandes manifestaciones atléticas -Juegos Olímpicos y Mundiales- han tenido que adaptarse a los nuevos tiempos, saliendo de los recintos cerrados de los estadios para llevar el maratón -y algunas otras pruebas- a la calle.
El maratón de Nueva York ha impuesto su filosofía de masas y nadie sabe donde residen sus límites.
Desde aquella primera edición de 1970, el maratón neoyorquino se ha venido celebrando ininterrumpidamente el primer domingo de noviembre con una sola excepción: en 2012. Los devastadores efectos del huracán Sandy, una semana antes, obligaron a los organizadores a cancelar la carrera prevista para el día 4 a fin de no distraer recursos municipales de las tareas de reconstrucción.
La suspensión, anunciada sólo dos días antes de la carrera por el alcalde Michael Bloomberg, originó un agudo debate entre quienes apoyaban la decisión en una ciudad de barrios inundados, con miles de sus habitantes sin servicios básicos de transporte y electricidad, y los que opinaban que seguir adelante con la carrera habría dotado de un gran impuso moral a la ciudad.
La carrera resurgió con fuerza al año siguiente, 2013, y no sólo para recuperar su posición hegemónica entre las carreras sobre asfalto. También en homenaje a las víctimas -tres muertos y más de 200 heridos- de los atentados acaecidos siete meses antes en el maratón hermano de Boston.
Entre grandes medidas de seguridad, los kenianos Geoffrey Mutai (2h08:24) y Priscah Jeptoo (2h25:07) fueron los últimos ganadores del maratón de Nueva York. La carrera transcurrió con absoluta normalidad y la ciudad entera, vecinos y visitantes, se volcaron en ella como es habitual desde primera hora de la mañana.
El historial de la prueba comienza con trece victorias consecutivas de corredores estadounidenses; incluye a tres mexicanos (Salvador García en 1991, Andrés Espinosa en 1993 y Germán Silva en 1994 y 1995) y en los últimos años ha seguido una tendencia que parece inevitable en carreras sobre asfalto: el dominio de los atletas africanos.
Las mejores marcas pertenecen a dos kenianos. Geofrey Mutai ganó por primera vez en 2011 con 2h05:06, y Margaret Okaya logró su segundo triunfo en 2003 con 2h22:31.
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