Miyamoto: «Me avergüenza recibir el premio yo solo, siempre trabajo en equipo»
El gurú de Nintendo aterriza en Oviedo simpático, con un enjambre de fans y la promesa de hacer en el futuro juegos más divertidos para toda la familia
Shigeru Miyamoto, el gurú de Nintendo, creador de algunos de los títulos más vendidos en toda la historia de los videojuegos y responsable de algunas de las principales revoluciones del ocio interactivo, llegó ayer a Oviedo y bailó un «corri corri». Después firmó cartuchos y consolas para sus fans y defendió, en rueda de prensa, su trabajo como el de todo un equipo y las posibilidades del videojuego como instrumento bueno, capaz, incluso, de mejorar el mundo.
El japonés, divertido, americana y camiseta, se bajó, cerca de las cuatro de la tarde, del coche oficial a la puerta del Reconquista, y como vio que los gaiteros no dejaban de tocar, se puso a bailar, manos en alto, pies cruzado, una suerte de baile regional, una muñeira a la nipona. Después, cuando ya casi había entrado en el hotel, se dio la vuelta por última vez y descubrió al enjambre de fans que se agolpaba en la calle con cartuchos, consolas y rotuladores indelebles. Rápido se dirigió hacia ellos corriendo y dedicó un buen rato a dejarles a cada uno un recuerdo. Jamie Hidalgo, de Oviedo, 31 años, logró que en su Wii inmaculada luzca ahora un monigote de Mario Bross trazado por el hombre que inventó el personaje. Antonio Licián y Luis Villanueva, otros dos treintañeros que habían venido desde Orihuela (Alicante), coleccionistas desde los siete de las creaciones de Miyamoto, también consiguieron autógrafo y muñeco de un trazo (algo parecido a una seta) del padre de todo esto. Zelda, Ocarina, Nintendo DS de edición especial y todo tipo de cacharrería Nintendo quedó sellada por la mano de Miyamoto, paciente y entregado a sus seguidores.
En la rueda de prensa siguiente, el japonés se puso de pie para hacer su propia presentación, mostró su «emoción» ante «el gran paisaje» asturiano y su «vergüenza» por recibir él solo «todo el premio» cuando su trabajo es de equipo. También defendió, y volvió a hacerlo varias veces, que el videojuego, como cualquier otro medio, «es sólo una herramienta». La bondad o la maldad depende del uso específico y en su caso su empeño es el de «proponer una herramienta de comunicación interactiva, algo que se puede jugar en el salón». «Creo que por eso me han dado el premio», concluyó. En el futuro, por si había dudas, prometió seguir esforzándose «para ofrecer juegos más divertidos para todo el mundo».
A preguntas de los periodistas, en japonés y con una traducción simultánea algo desajustada, Miyamoto repasó algunos de sus detalles biográficos más conocidos, como su infancia jugando en medio de la naturaleza y su interés en que los niños sigan teniendo otras opciones más allá de las del ocio digital. «Por eso ahora les digo», explicó, «que si hace buen día salgamos fuera y si hace malo nos quedemos dentro, y así me gustaría que los usuarios utilizaran los videojuegos según el día que toque». Un niño criado entre consolas no tiene por qué ser un fracasado. Y se puso como ejemplo. «Estudié arte, luego diseño industrial, y me criticaban porque decían que sólo dibujaba o jugaba, pero he avanzado. Por eso hay que pensar que los niños que están jugando ahora harán algo más importante en el futuro».
Su defensa de las posibilidades del ocio interactivo le llevó a afirmar, incluso, que «los videojuegos permiten que el jugador mejore el mundo», y ejemplificó con los experimentos científicos que impulsa su sector. En ese mundo, admitió, los móviles inteligentes «están cambiando el mundo y la forma de la comunicación». Él, con Nintendo, ya superó en interactividad a los ordenadores, vino a decir, y ahora espera avanzar en «interactividad para toda la familia en el salón».
También repasó un poco su conversión al mundo digital, la forma en que estudió artes convencido de que su mundo era el analógico y como la primera vez que vio un ordenador se dio cuenta de «sus atractivos» y quedó «fascinado por el hecho de que pueden hacer cosas en lugar de los humanos». Después, siendo ya un creador de videojuegos, supo que «las sensaciones aprendidas en el mundo no digital se pueden transmitir al mundo digital». Por eso, finalizó, «me gustaría ofrecer a los niños todo lo digital y lo no digital». De postre, hubo palabras para su gran personaje, Super Mario Bross, y su orgullo de haber superado a Mickey Mouse. Quizás, analizó, porque su personaje creció en un mundo nuevo. El de los videojuegos.
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