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Comunicación y Humanidades
"La tecnología no cambió los sentimientos, sino la forma de comunicarse entre las personas"
Quino, ayer, durante la rueda de prensa que ofreció en el hotel de la Reconquista / Miki López

"La tecnología no cambió los sentimientos, sino la forma de comunicarse entre las personas"

Quino repasó a Mafalda, evocó su "cacao" con malos y buenos y definió la vejez: "Un golpe de Estado que no te deja beber, ni comer, ni hacer las necesidades vitales"

Miércoles 22 de Octubre de 2014
Javier Blanco

"Yo dejé de dibujar a Mafalda en el setenta y tres. Cuando todavía todos estos chirimbolos no existían. Tampoco sé lo que diría Mafalda. No estoy habituado a hablar con chicos sobre qué piensan de estas tecnologías. Esos chirimbolos no estaban tan desarrollados. Supongo que en el fondo, la esencia de las comunicaciones, por lo menos la de los sentimientos, no los ha cambiado. Ha cambiado la manera de comunicarse entre las personas". Así arrancaba su encuentro con los periodistas el premio "Príncipe de Asturias" de Comunicación y Humanidades, Joaquín Salvador Lavado, Quino, el creador de Mafalda.

Reflexionaba a una pregunta sobre cómo sería la vida, preguntas y análisis de Mafalda en tiempos de Internet, redes sociales, móviles y cien canales de TV como mínimo. "Un dibujante argentino lo plasmó perfectamente en una tira, un joven sentado al ordenador, pero de espaldas a la pantalla, que decía: 'Tengo por Internet 250.000 amigos y no tengo a quién contárselo'", lo que ya provocó las primeras sonrisas y risas entre los presentes en la conferencia de prensa en el hotel de la Reconquista de Oviedo. Antes mostró su emoción al ver qué "cantidad de niños" conocían su trabajo: "Me he quedado sorprendido de cómo han trabajado y hecho cosas sobre mis tiras", dijo el dibujante argentino de Mendoza.

Explicó Quino algunos recuerdos suyos de niñez y juventud. Por ejemplo, le supuso un enredo lo de los buenos y los malos: "Fue un problema con mi niñez. Iba al cine, veía a nazis, rusos, japoneses, norteamericanos..., al principio los rusos eran aliados y estaban contra los alemanes. Después acabó la guerra y empezaron a cambiar guiones. Los japoneses no eran malos y lo empezaron a ser los rusos, y a uno se le armó un cacao en la cabeza. Hasta hoy. Uno no sabe dónde están los buenos y los malos, o sí. Pero parece que fueran todos malos".

También desveló su postura ante el humor gráfico de hoy en día: "Lo que veo en los jóvenes, por lo menos en Argentina, su temática, no tiene nada que ver con la realidad. Son personajes demasiado fantásticos. Yo creo que la generación mía estaba más pegada a la realidad. Está bien, pero no acabo de enterarme dónde vamos a parar con este tipo de humor; desde luego es libertad de pensamiento pero no acabo de enterarme". En este punto hizo una pequeña pausa, que le dio para recapacitar con humor, claro: "Esto ya sí que suena a viejo amargado. Me acuerdo cuando aparecieron los 'Beatles' y la gente decía que eso no era música. Me ocurre un poco eso. Uno queda como un viejo reaccionario amargado".

La prolongación del fenómeno Mafalda tras medio siglo de vida del personaje le produce sorpresa: "Me siento raro; dejé de dibujar a Mafalda hace muchos años". Es como si no hubiera estado nunca tan incorporada como "personaje que nos ha abierto la cabeza sobre cómo está el mundo o cómo tiene que ser la educación; es como si el personaje hubiera tomado una vida propia. Yo creo que Mafalda diría lo que dijo entonces porque las cosas están tan mal o peor que cuando le dejé de dibujar".

Y agradeció el premio en ese sentido. "Va a contribuir a una mayor difusión del personaje. Me sigue sorprendiendo la cantidad de gente joven que la sigue. Yo pensé hace veinte años, bueno cuando los chicos vean que no hay ordenadores dirán que esto no tiene nada que ver con nosotros. Me hago estas preguntas porque me sorprende a mí mismo. Me despista. No acabo de enterarme de qué sienten los chicos".

Tras la visión de la actualidad, un viaje al pasado con un par de argumentos para explicar sus miedos a borrachos y viejos: "Ahora tengo miedo de mí, claro; sigo siendo coherente. La vejez es un golpe de Estado de un fascista que te va diciendo que esto ya no puedes tomarlo, ni beberlo, pero no sólo, también los placeres, las necesidades vitales como moverte".

Finalmente, justificó su republicanismo con la aceptación de un premio monárquico: "Creo que la monarquía sirvió a la Transición, a frenar el 'tejerazo' concretamente. En su momento el Rey estuvo muy bien. Don Felipe y doña Letizia seguirán adelante lo mejor posible. No tomo partido en si está bien la monarquía. Me parece que esta gente (no creo que se falte al respeto llamándoles gente) seguirá adelante". Con ciertos temas (desaparecidos, torturas...), dijo, no sé puede hacer humor, "que la gente puede pensar que si hay humor no será tan grave".