«En la Royal Society las mujeres son el 3% pero las cosas ya están cambiando»
«Supe que los que creía mis padres eran en realidad mis abuelos cuando siendo ya Nobel me denegaron el visado para entrar en Estados Unidos»
Premio Nobel de Medicina en 2001, Paul Nurse (Londres, 1949) recogerá hoy, en el teatro Campoamor de Oviedo, el «Príncipe de Asturias» de Comunicación y Humanidades concedido a la Royal Society, la sociedad científica británica nacida hace 350 años, que preside. Afable y cercano, el investigador de las moléculas que controlan el ciclo celular sigue de cerca los avances que permiten conocer los genes implicados en la enfermedad del cáncer, pero también es consciente de la necesidad de que en la Royal Society se produzca un equilibrio para evitar la desventaja actual de las mujeres.
-La primera mujer ingresó en la Royal Society en 1945 y en la actualidad son sólo un 3% de los miembros, ¿cómo explican ese porcentaje en el siglo XXI?
-Tiene razón en que esa es la proporción actual de mujeres, pero es más importante el porcentaje de las ingresadas cada año, que está entre un 10 y un 15 por ciento. Eso refleja también el porcentaje de las que ostentan cargos de importancia dentro de la ciencia. Creo que la Royal Society está teniendo una disposición muy positiva con todos los sectores de la sociedad, incluidas las mujeres, y a lo largo de los años vamos a ver cómo esa cifra tan pequeña del 3% va a aumentar. Hay que tener en cuenta que los socios elegidos son miembros vitalicios y hasta que alguno muera no podemos plantear la manera de sustituirlo y cambiar el equilibrio actual, pero supongo que dentro de unos treinta años tendremos una situación mucho mejor. La doctora Julie Maxton es nuestra directora y es la primera mujer que ha tenido este cargo. Hay cosas que ya están cambiando.
-¿Cuándo supo que los que creía sus padres eran en realidad sus abuelos?
-Lo supe cuando solicitaba el visado para entrar en Estados Unidos, las autoridades de inmigración me denegaron la solicitud, a pesar de ser el rector de la Universidad de Rockefeller y ya había ganado el premio Nobel y tenía el título de sir. El motivo para denegarme el visado era que no les constaba mi certificado de nacimiento, porque no constaban los nombres de mis padres en el certificado. Para ocultar entonces la vergüenza de ser hijo ilegítimo que se sentía en gran parte de la sociedad hasta hace poco, mi verdadera madre, la persona a la que yo trataba como mi hermana, quedó embarazada con 18 años y fue mandada a vivir con su tía en una localidad lejana, y su madre, mi abuela, me llevó de esa localidad a su ciudad y dijo que yo era su hijo para proteger a mi madre.
-¿Cómo se sintió cuando conoció la verdad?
-Esto no ha representado para mí ninguna tragedia, en mi familia todos se esforzaron para darme lo mejor, pero estoy seguro de que lo sucedido fue una tragedia para mi verdadera madre. Por desgracia ese secreto se guardó y, por tanto, nunca pude hablar de ese tema con ella porque había muerto antes de que yo lo supiera.
-¿Cuál es el mayor reto científico de la actualidad?
-Hay muchos retos. En la lista debe incluirse la seguridad alimentaria y el cambio climático. Creo que podríamos mejorar la salud de la humanidad en todo el mundo y que tenemos que enfatizar las posibilidades de la ciencia en ese terreno, porque es una de las aportaciones más importantes que el desarrollo científico puede hacer a la cultura y debemos seguir progresando en esa contribución.
-¿La genética está aportando lo esperado para atajar algunas enfermedades?
-La genética y la genómica van a ser cruciales para entender cómo funcionan los seres humanos, tanto los individuos sanos como los enfermos. Permite obtener una enorme percepción sobre el cuerpo y las enfermedades, sin embargo, tenemos que ser siempre conscientes de la influencia que tiene el entorno y especialmente de la importancia de la interacción entre la genética y el medio ambiente. Todos sabemos que las personas con la piel clara tienen mayor tendencia a sufrir cánceres de la piel y esto es un buen ejemplo de cómo la genética que conlleva una piel más clara interactúa con el ambiente, en este caso la exposición solar, para generar una enfermedad como el melanoma.
-¿Ve próxima la posibilidad de que el cáncer dispongan de tratamientos individualizados?
-Estos tratamientos van a ser importantes en el futuro, pero están avanzando despacio porque es un problema muy complicado. La palabra cáncer representa al menos doscientas enfermedades diferentes y muchas veces reflejan mutaciones en los genomas de pacientes que plantean diferencias entre cánceres, por lo tanto, hay un problema muy complicado que resolver, pero va a ser importante resolverlo porque es muy probable que un tratamiento que en la actualidad resulta eficaz a un 20 por ciento del conjunto de los enfermos de cáncer a la hora de reducir la mortalidad pueda alcanzar un éxito del 80 o el 100 por ciento en un segmento concreto de esa población o, por el contrario, resultar inútil en una población con un tipo de tumor diferente.
-¿Qué papel juegan los intereses comerciales en los tratamientos a la carta?
-La cuestión económica tiene mucha importancia, porque si tenemos cien pacientes y sólo podemos tratar eficazmente a veinte, entonces la empresa farmacéutica sólo puede vender ese fármaco a veinte personas, lo que supone un problema que tenemos que afrontar. Hay que plantearse en el futuro pensar más en las colaboraciones entre el sector privado, impulsado por la necesidad de tener beneficios, y el sector público, movido por el afán de conseguir el bien público para la sociedad. Esta colaboración necesitará una nueva forma de pensar sobre la prestación y el desarrollo de tratamientos y de servicios.
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